Conversaciones: Paula del Salto y Emilia Carrión
Sobre la moda como punto de encuentro entre disciplinas creativas, el poder simbólico de la ropa y el futuro de la industria en Ecuador.
Hace un tiempo empezamos a preguntarnos hacia dónde queríamos llevar esta serie de conversaciones. Desde el inicio, sabíamos que invitar a otros creativos a compartir sus experiencias sería clave para construir la comunidad que imaginábamos, y en el camino hemos descubierto que estos espacios de diálogo nos permiten hacer algo más-- mapear realidades, reconocer patrones, y entender los desafíos que unen a diferentes industrias creativas.
Un par de semanas atrás nos reunimos a conversar sobre moda con Emilia Carrión y Paula del Salto, dos creativas Ecuatorianas radicadas en Buenos Aires y Ciudad de México. Emilia es comunicadora de moda, estudia Diseño y Gestión de Estéticas para la Moda y se dedica también al estilismo y la producción de moda. Nos encontramos con ella a través de su contenido en TikTok, donde analiza tendencias con una visión romántica, crítica y expansiva. Paula tiene más de nueve años de experiencia en la industria de la moda. Ha trabajado con marcas y artistas nacionales e internacionales en el área de producción, dirección creativa y desarrollo de identidad de marca. En el 2020 creó Pidi, su marca de ropa, y actualmente está cursando un posgrado en Negocios de Moda.
En nuestra conversación con ellas, exploramos el rol de la moda en nuestro imaginario cultural, lo que las prendas que usamos revelan sobre nosotros, la relación entre la moda y otras industrias, y los desafíos y posibles futuros a los que estas se enfrentan.
ELISA: ¡Gracias por estar aquí! Hemos estado súper emocionadas por tener esta conversación. Es la primera vez que traemos a dos personas a hablar al mismo tiempo, y creo que será interesante ver cómo sus perspectivas se complementan. Quisiéramos empezar con un poco sobre sus trayectorias personales— cómo llegaron a la moda y qué cosas informan su visión de la industria en este momento. Emi, quizás puedes empezar contándonos un poco sobre ti.
EMI: Creo que inconscientemente siempre tuve un vínculo muy cercano con la moda. Cuando tenía trece años mi abuelo me regaló una cámara y me fascinaba invitar amigas a hacer fotos como las chicas que veíamos en Tumblr— con faldas en A, crop tops, combat boots y lentes redondos. Jugábamos a disfrazarnos para fotografiarlo, aunque en nuestro día a día pasábamos básicamente uniformadas. Sobre todo a esa edad, las formas de vestir eran muy homogéneas, pero en el instante que duraba la foto, nos dábamos permiso de pretender ser otras personas, de ponernos lo que quisiéramos sin necesidad de pertenecer.
A mis 16 años fui a un intercambio en Inglaterra y empecé a experimentar un poco más con cómo me vestía. Descubrí que estando en otro país era más fácil salir del molde, jugar con prendas que antes quizás no hubiera usado por miedo a que se vea ridículo o fuera de lugar. Pero no fue hasta que llegué a Argentina que mi relación con la moda cambió por completo. Empecé a ver estilos mucho más diversos y perdí el miedo a usar prendas más llamativas. Y realmente llegué a estudiar moda de forma un poco inesperada.
En un principio vine acá a estudiar relaciones internacionales porque siempre me había interesado la política, pero al mismo tiempo estaba atravesando un momento complicado emocionalmente, y empecé a ver mi forma de vestir casi como una armadura. La moda ya no era solo ropa, era casi un superpoder, algo que podía darme un boost de confianza cuando más lo necesitaba.
En comparación a Ecuador, sí creo que en acá hay una industria mucho más desarrollada no solo en el área de diseño y confección, si no también en la comunicación de moda, que es a lo que ahora me dedico. Encontrarme con ese mundo fue también parte de lo que me hizo entender que la moda va mucho más allá de lo que vestimos. Existe en conversación con disciplinas desde el arte y la arquitectura, hasta la política, la historia y la sociología.
Empecé a leer e investigar un montón, me sumergí en el tema por completo. Al principio fue un proceso bastante autodidacta, pero terminé enamorándome de la moda y me cambié a estudiar la carrera en la que estoy ahora. Más allá de las prendas y cómo se fabricaban, quería hablar sobre el tema, analizar la moda desde todas estas disciplinas con las que intersecta. Así que lo que hago ahora es más hacia eso— análisis de tendencias de consumo, comunicación, y estilismo.
ELISA: Qué interesante. Sabes que siento que es muy común eso que cuentas; salir del lugar donde crecimos muchas veces nos ayuda a encontrarnos un poco con nosotros mismos, con quiénes somos lejos de todas las expectativas y convenciones de antes. Y es natural, supongo, que esto se refleje en cómo se va desarrollando nuestro estilo— al menos siento que yo lo viví muy parecido.
Pidi, sé que estuviste trabajando en moda mucho antes de mudarte a México. Quisiera saber en tu caso cuáles fueron esas primeras influencias que hicieron que te interesaras por el mundo de la moda.
PIDI: La verdad, siento que mi introducción a este mundo también fue muy similar. Nunca fue algo a lo que pensé que me dedicaría, pero como Emi, haber tenido también la oportunidad de hacer un intercambio fuera del país de chica fue algo que me abrió mucho los ojos a la moda. Cuando tenía 15 años estuve en Alemania y recuerdo que me impactó ver cómo se vestía la gente— no solo porque era muy diferente lo que se ponían a lo que usábamos en Ecuador, si no porque cada quien tenía un estilo propio, único. Yo también crecí en esa época en que todos nos vestíamos iguales, y cuando regresé y empecé a experimentar con mi forma de vestir, no fue fácil. En el colegio me hacían bullying por usar lo que me gustaba, por ponerme los outfits que veía en internet y que aún no eran tendencia, aunque en ese entonces no le daba mucha importancia. También hacía fotos con mis amigas, todo muy DIY, pero por ahí fue naciendo mi pasión por la moda y el estilismo.
Cuando llegó el momento de escoger mi carrera, las únicas opciones que encontraba en Ecuador eran orientadas hacia el diseño, algo que yo sabía que no quería hacer. Así que opté por estudiar Producción y Comunicación Audiovisual. Aprendí muchísimo, y poco a poco empecé a meterme a cursos de moda y a trabajar con marcas y diseñadores Ecuatorianos como Fabrizio Celleri. Fui involucrándome en la industria desde el estilismo y la producción justo cuando la cultura en torno a la moda se estaba empezando a impulsar en Ecuador. Era la época del Designer Book, las redes sociales empezaban recién a despegar, y los emprendimientos de moda todavía eran tiendas físicas, muchas con propuestas hechas en Ecuador. Fueron unos años emocionantes que marcaron un antes y después en el consumo de moda en Guayaquil.
ELISA: Claro y me imagino que con eso has visto también cómo ha ido cambiando la industria. Ahora la mayoría de los diseñadores y emprendimientos de moda venden online y compiten contra marcas internacionales con escalas de producción masiva, las redes sociales se han convertido en el mayor motor de consumo pero al mismo tiempo están tan saturadas que hacen que sea difícil para creativos más pequeños resaltar… Y en general parece que hay muchísima más competencia con aún menos recursos. ¿Qué piensas de eso?
PIDI: Exacto, ha sido una transformación tremenda. Definitivamente creo que la evolución en nuestra forma de usar las redes sociales ha tenido mucho que ver a nivel global. Pero a nivel de industria nacional, creo que el estancamiento que estamos viendo en la moda responde a problemas que afectan no solo a nuestro mercado, si no a toda la escena cultural del país. La falta de inversión— de recursos, como dices— es importante, pero también el ambiente político, y en los últimos años sobre todo el tema de seguridad.
No les voy a mentir, yo sí le tengo un poco de nostalgia a lo que fue la moda en Ecuador en su momento. Me acuerdo que hubo una época, cuando recién empezaba a trabajar en esto, en la que aparecieron un montón de emprendimientos de moda en la calle de Circunvalación Sur en Urdesa. En ese entonces la gente caminaba por esa calle buscando propuestas y emprendimientos de moda. En ese sentido, he visto a la moda muy conectada al urbanismo. Cuando nos sentimos seguros de caminar, cuando las ciudades están diseñadas para eso, abrimos camino a que se desarrolle la moda urbana, a que se desarrollen estilos que respondan al lugar de donde vienen, que son únicos.
EMI: Eso que dices me parece súper importante, y lo he visto también. Vivir en una ciudad caminable hace que sea más fácil interactuar con la cultura y desarrollar comunidades con intereses específicos. Y eso se ve reflejado un montón en cómo vestimos. Cuando hablamos de estilo personal, hablamos de algo que refleja quién eres— tus intereses, tus maneras, tus gustos, tu filosofía. Pero si no participamos de la cultura, si no nos interesamos por nada que no sea consumir, ¿cómo vamos a pretender cultivar un estilo que no sea, por no decir otra cosa, básico?
Es por eso que me parece preocupante que ahora que el estilo personal es tendencia, estemos buscándolo en plataformas como TikTok, cuando la realidad es que desarrollar un estilo propio no es algo que podamos aprender en cinco pasos, ni mucho menos algo que se pueda comprar.
ELISA: Totalmente. Y en relación a esto, Pidi, quería preguntarte si puedes hablar sobre la distinción que haces entre la moda y la ropa. Me acuerdo que lo vi en una publicación que hiciste hace poco sobre la industria en Ecuador y me llamó la atención porque siento que ahí se esconde la clave de algo que quisiera tocar en esta conversación. Estamos hablando sobre moda, pero al final del día, como dijiste, los problemas que puede tener esta industria son los mismos que afectan a la escena cultural en general. ¿Quisieras hablar un poco más de eso?
PIDI: Para mí la moda siempre ha estado muy ligada al arte. Por eso creo que es importante establecer la diferencia entre lo que llamamos moda y lo que es simplemente ropa. Ambos se venden, ambos son negocios y necesitan ser rentables, pero no es lo mismo vender lo uno que lo otro. Una prenda de ropa fabricada en masa no vende lo mismo que una prenda con historia, con concepto, y eso no quiere decir que una cosa sea mejor que la otra, solo que es importante distinguirlas. El mercado de moda entonces es quizás más cercano al mercado del arte, al menos en cuanto a quiénes son sus audiencias principales. Y entendiéndolo así, creo que es más fácil comprender por qué en los últimos años hemos visto tanta ropa y tan poca moda. Es un reflejo de la misma crisis que están viviendo todas las industrias creativas en el país; existe una falta de inversión en el arte, y más allá de eso, una falta de interés por parte del consumidor en el mercado local.
EMI: Agregando a tu punto, algo que me parece clave es que sobre todo desde esta perspectiva de inversión, en Ecuador el arte tiene mala fama. Al final del día lo que más peso tiene es la perspectiva de la gente— cómo vemos el arte, y por consecuencia la moda. Y aquí parte del problema es que no lo vemos como algo rentable, entonces nadie quiere invertir en esto.
Hay países que obviamente tienen una economía muy distinta a la nuestra, como Alemania por ejemplo, donde el gobierno invierte muchísimo en iniciativas culturales, entre ellas la Semana de la Moda. ¿Y por qué? No porque a los políticos les interese la moda, si no porque comprenden que invertir en arte y cultura también genera dinero y plazas de trabajo. Pero en Ecuador y en la mayor parte del mundo, como dice Valeria Steele, fashion is the F word. Nadie quiere hablar de moda. No queremos reconocerlo como parte integral de nuestras vidas porque aún lo consideramos frívolo, sin importancia. Pero no importa cuánto queramos negarlo, la realidad es que vivimos en una sociedad vestida, y lo que decidimos o no usar dice mucho más de lo que creemos.
ARI: Sabes que hasta ahora nunca me había planteado la moda como algo que podía ser tan profundo. Quizás para ciertas personas, pero en lo personal, al no ser algo en lo que pienso, no había considerado que la forma en la que me visto también puede decir algo sobre mí. Es interesante pensar que aunque no lo queramos, lo que decidimos ponernos está siempre comunicando algo, que es esta forma de expresión casi inevitable.
EMI: Es que la moda siempre ha sido eso, un vehículo de comunicación. Habla de quién eres, y supongo que de quiénes somos como sociedad, como país. Incluso si la estamos utilizando para encajar o para señalar que tenemos cierto estatus, eso también comunica algo. El hecho de que ahorremos para comprar una prenda que habla solamente de nuestras aspiraciones, que lo único que dice es que queremos parecernos a alguien más, es un reflejo de nuestros valores y patrones de consumo mucho más allá de la moda.
PIDI: Totalmente. Compramos ropa y tendencias que vienen de fuera porque muchas veces no nos interesamos en buscar propuestas nacionales, porque la tenemos fácil con Pinterest, Instagram y las marcas de fast fashion, y nos convertimos en consumidores cómodos. Pero a pesar de eso no podemos negar que en Ecuador hay muchísimo talento.
EMI: ¡Sí, lo hay! Creo que es importante no perder de vista eso también. Ahora que estamos hablando de los problemas a los que se enfrenta la industria, pienso en que con lo difícil que es hacer moda en Ecuador igual hay marcas increíbles con propuestas únicas. Una diseñadora que me gusta mucho es Macarena Espinosa. Me parece que más allá de querer seguir tendencias de fuera, es una diseñadora que se centra en crear a partir de lo propio.
PIDI: Y así hay mil casos. Pienso por ejemplo en Hera Studio. El trabajo de craft y concepto detrás de sus colecciones me parece brutal, y obviamente por sus procesos éticos de confección y la creatividad detrás de sus diseños lo que ofrecen es más caro que lo que vamos a encontrar en Zara o H&M. Pero lo hermoso es que tampoco es necesario que estas marcas lleguen a mercados masivos. El tipo de clientes que necesitan son personas que conocen, aprecian y se interesan por la moda. Y eso no tiene que ser todo el mundo, pero sí me gustaría que exista más de eso en Ecuador.
EMI: Hay un montón de marcas de las que vale la pena hablar. Pero al final el tema es generar suficiente interés en el público, aprender a mirar un poco más hacia lo nuestro.
PIDI: Sabes algo en lo que me he fijado muchísimo desde que vivo en México es la diferencia que hace a nivel de industria el estar orgullosos de nuestro país. El mexicano ama su cultura, se interesa por conocerla genuinamente, y eso se ve reflejado en su apoyo por las propuestas y negocios locales. Creo que es algo que si logramos impulsar en nuestro país, cambiaría no solo el rumbo de la moda, si no de toda la escena cultural.
EMI: Pienso lo mismo, a mí también es algo que me ha impactado mucho al salir del país. Acá en Argentina hay mucho apoyo a la industria local. Incluso durante una de las peores crisis económicas que ha vivido este país, es impresionante ver cómo los concept stores y los diseñadores no solo siguen a flote, si no que les va fenomenal. Venden un montón, y no es barato tampoco. Y eso dice mucho del orgullo por lo nacional, de las ganas de apostar por lo propio, de investigar quiénes están haciendo las cosas bien y cómo podemos apoyarlo. Sí es algo nos hace falta.
ARI: Y eso se extiende a muchas otras industrias, ¿no? Tendemos a pensar que siempre lo mejor es lo que viene de fuera, cuando en realidad aquí hay propuestas increíbles. El otro día hablaba con un amigo que es músico y dentro de lo que me contaba estaba esta misma frustración. Hay músicos ecuatorianos haciendo cosas increíbles, pero parece que estando aquí tienen que trabajar el doble de duro para tener el apoyo y el éxito que se merecen.
EMI: Exacto, y es tan grave eso que a veces hasta fuera del país conocen y aprecian más a nuestros músicos que dentro del Ecuador. Yo literalmente me he enterado de la existencia de músicos ecuatorianos porque me los han recomendado amigos argentinos. Hace poco en un shoot sonaba una canción que me encantó, y cuando pregunté de quién era me dijeron “¿Cómo no vas a saber? Si son de tu país.” ¿Puedes creer que nunca había escuchado MIEL?
PIDI: Es que sí, eso pasa. Yo trabajé como estilista con algunos músicos cuando estaba en Ecuador y es súper difícil darse a conocer, sin hablar de lo complicado que es vivir de eso. Pude ver de primera mano no solo cuánto tienen que trabajar, si no cuánto tienen que invertir en su carrera. Personas con muchísimo talento, que le ponen todo el amor del mundo a lo que hacen. Pero luego ¿qué pasa?, lo mismo que en la moda. Falta apoyo e interés del público, sí, pero también faltan incentivos, falta inversión y apoyo institucional.
Cuando hablaba de que en Ecuador se está consumiendo más ropa que moda, pienso que mucho tiene que ver con la falta de curiosidad por parte del consumidor. Y lo más productivo que podemos hacer con eso es preguntarnos por qué no existe la demanda que buscamos para encontrar soluciones en nuestras propuestas creativas.
¿Por qué seguimos prefiriendo consumir moda, música, arte, y cultura de fuera en lugar de impulsar nuestra propia economía y talento?
Es justamente lo que venimos hablando: hace falta hacer el trabajo de enamorar a los ecuatorianos de su cultura genuinamente. Reconectar con nuestra identidad, con lo que nos hace únicos, nos da la oportunidad de acercarnos como comunidad y de aprender a apreciar lo que ofrece nuestro país. Y, como ya hemos visto, esto inevitablemente se ve traducido en nuestra motivación para invertir en más propuestas que nos celebran— desde el arte y la música, hasta la moda.
El proyecto en el que estoy trabajando ahora se basa un poco en esa premisa. A pesar de que no está directamente relacionado con la moda, la iniciativa consiste en acercar al público a la cultura y la naturaleza del Ecuador por medio del arte y la educación.
EMI: Me parece increíble eso que propones, y estoy muy de acuerdo con lo que dices. Creo que la mejor forma de abordar todos estos problemas de los que venimos hablando es a través de la comunicación y la educación al consumidor. La moda y la comunicación para mí tienen una relación simbiótica— no puede existir lo uno sin lo otro porque la moda necesita que se la discuta, que se hable de ella para que también el público pueda empezar a cuestionar el lugar que ocupa en su vida.
ELISA: La verdad es que sí, esta conversación me ha hecho cuestionarme un montón de cosas. Y más allá de eso creo que leerla será súper valioso para otros creativos incluso fuera de la industria de la moda. Me parece que mucho de lo que hemos hablado toca problemáticas que al final del día nos competen a todos, y me encanta que hayan hecho este diagnóstico tan profundo de dónde nos encontramos. Lo último que me gustaría preguntar es, ¿hacia dónde vamos ahora? ¿Qué tipo de futuros le ven a la industria de moda en el país?
EMI: En el 2015, una catadora de modas llamada Li Edelkoort publicó su famoso manifiesto Anti-Fashion. En él hablaba de cómo las redes sociales, las tendencias y el fast fashion nos han desconectado de lo que antes era la moda, haciéndola obsoleta y dando paso a que lo que importe sea la ropa. Ante lo que ella plantea, la respuesta al fin de la moda y el fast fashion está en el second hand, la moda vintage. Esto es algo que ya lleva un tiempo popularizándose, pero en los últimos años hemos visto a este mercado consolidarse en algunos países, y quiero creer que pronto lo hará en Ecuador también. Hay algo increíble en las piezas vintage: son únicas, vienen de distintas épocas, marcas, estilos… y cuando eliges una es porque verdaderamente resuena contigo. Este es un proceso mucho más personal que el comprar para seguir tendencias. Es moda fuera de tiempo, y eso es algo hermoso.
PIDI: Sí se está potenciando un montón ese mercado. En México lo veo en todos lados, y realmente para mí otra gran ventaja que tiene la moda de segunda mano sobre el fast fashion es la calidad. Incluso viendo algunas marcas de lujo, siento que la calidad de las prendas que fabricamos antes era muy superior.
También pienso que sí existe un público, tal vez no tan grande en Ecuador pero definitivamente en crecimiento, al que le interesa comprar second hand. En México, por ejemplo, estas tiendas muchas veces venden hasta más que emprendimientos de moda nuevos.
EMI: Y creo que mucho tiene que ver esto con el interés de las generaciones más jóvenes. Tengo un hermano de 12 años que se viste increíble, no sigue tendencias, y en su grupo de edad veo que los chicos se interesan más por el fashion digging, por explorar con su estilo y buscar ropa diferente. A mí me parece genial. Y como he venido diciendo, la comunicación también es clave para todo esto. Estas generaciones están aprendiendo a entender la moda a través de plataformas como TikTok donde, a pesar de que haya mucho por criticar, también se habla sobre cosas interesantes como la moda de segunda mano. Desde que se empezó a popularizar, ahora veo un montón de videos sobre mercados second hand, ferias, tiendas nuevas que están abriendo… y ese tipo de difusión es justo lo que se necesita, para el mercado vintage pero también para diseñadores emergentes con propuestas nuevas.
PIDI: Y dentro del tema de difusión, además de dar visibilidad a propuestas específicas, pienso que también es clave incentivar la diversidad en nuestros referentes. Buscar moda fuera de Pinterest, TikTok, Instagram. Buscarla en las calles, en nuestro día a día, en nuestra historia, en la música, la arquitectura… Podemos encontrar referentes de moda hasta en la crisis en la que vivimos. La creatividad funcional está muchas veces fuera del celular, en lo que experimentamos todos los días. Hasta en el miedo y la inseguridad podemos encontrar inspiración. Crear moda que responda a eso, a las experiencias que compartimos, también puede ser una avenida hacia la generación de nuevas ideas. Si todos nos quedamos con los mismos referentes, ¿cómo pretendemos innovar?
Para conocer más sobre el trabajo de Pidi pueden visitar su Instagram, y a Emi la pueden encontrar en Instagram,
TikTok, y en Spotify con su podcast Fuera de la Caja.