Desde el Borde: una conversación con Alf Ramírez
Sobre la creación de futuros como proceso creativo, la recontextualización de los oficios familiares, y el maravilloso peso de llamarse artista.
Alfredo Ramírez Raymond es un artista, diseñador y pedagogo de la ciudad de Guayaquil. Hace un par de semanas tuvimos la oportunidad de conversar sobre su primer solo show, An Angle Grinder Grinds in the Background, curada por el dúo juniin compuesto por Juan Felipe Paredes y Libbi Ponce en el espacio de Coco Hunday (Tampa, Florida). En esta exhibición, Ramírez presenta un proyecto arraigado en la larga tradición metalúrgica de su familia, enriquecido por las perspectivas de sus colaboradores, Rafaela Armendaris, Lucas Neira y Karin Iturralde. Las obras resultantes, aunque profundamente personales, utilizan el lenguaje y los procesos industriales como punto de partida para cuestionarnos colectivamente la forma en la que construimos y entendemos el mundo que nos rodea.
ELISA: Cuéntame un poco de cómo empezó este proyecto. Sé que muchos de los materiales y procesos que usas son cosas con las que estuviste rodeado toda la vida, pero me interesa saber cómo llegaste a querer cuestionarlos desde esta perspectiva artística, usándolos de forma más experimental.
ALF: Yo acababa de graduarme en Londres cuando empezó el apocalipsis (la pandemia), y cuando me vi forzado a regresar estaba muy metido en el tema de los nuevos materiales. Acababa de leer Radical Matter, y estaba súper inspirado por sus propuestas— cosas como construcción con micelio de hongos, minería urbana, y diseño a partir de materiales descartados. Estaba pensando en lo que tenía a mi alcance, entre ello todas estas herramientas y máquinas que tenía mi papá guardadas del taller. Tenía la idea de usar retazos de plástico como material de diseño y empecé haciendo experimentos de escritorio, pero poco a poco fui necesitando procesos más industriales. Me fui familiarizando con las máquinas del taller, rehabilitándolo, y adentrándome en ese mundo porque para lo que quería hacer con plástico necesitaba primero hacer matrices de metal. Y entonces ese espacio se convirtió como en un catalizador creativo. Así empezó MOLTN, que es un proyecto experimental de diseño sostenible. Y eventualmente ese acercamiento al meta y estas tradiciones familiares que jamás hubiese aprendido antes, me llevaron a la obra que está en esta expo.
Además de esa influencia, las obras que hicimos son el resultado de una serie de conversaciones con artistas y amigos que se convirtieron en colaboradores. Creo que las perspectivas que ellos trajeron a la mesa son también parte esencial de lo que abordamos: temas como la identidad, la herencia y el impacto socio-material del uso de recursos.
He leído algunas biografías tuyas y veo que en unas te describes como diseñador y más recientemente has adoptado el título de artista, pero algo que persiste como uno de los temas centrales en tu práctica ha sido esto de la creación de futuros, que se me hace súper interesante. ¿Crees que existe una diferencia entre tu forma de abordar esta creación de futuros desde el diseño y ahora más ampliamente desde el arte?
Mi formación es en diseño, y en particular mucha de la educación que recibí en Inglaterra tenía este enfoque crítico, donde se hablaba siempre del diseño como un acto de futurismo. El diseño tiene esta agencia no solo para crear futuros, si no también para proponerlos y hacer que otros puedan imaginarlos. Hay un libro muy famoso que se llama Speculative Everything, donde se proponen estos proyectos de diseño situados en posibles futuros distópicos. Propuestas sobre cómo manejar el uso de energía, cómo reimaginar la movilidad humana o cambiar la forma en la que nos alimentamos. Son propuestas muy alimentadas por la ficción, pero que de alguna forma critican o advierten sobre posibles futuros. El diseño especulativo creo que puede ser extremadamente útil, pero he encontrado que muchas veces los futuros a los que nos conduce no son necesariamente accionables, enfocándose más en hacer preguntas. Mientras tanto, el diseño en general, más orientado hacia el mercado, no propone un cambio trascendental. Si tomamos un ejemplo como el de reemplazar los autos que usan combustibles fósiles por vehículos eléctricos, claramente hay un cambio ahí, pero al final es para sostener un sueño del petróleo: la cultura del automóvil. El diseño opera dentro de una infraestructura donde existe aún cierta hegemonía que es difícil de subvertir.
El arte siento que abre caminos hacia cuestionamientos más profundos. Su valor realmente está en deshacer eso que se da por sentado, en crear nuevas formas de entender y leer el mundo. El diseño hace algo parecido pero si en su caso estos cuestionamientos se dan desde afuera hacia adentro, en el arte pasaría lo opuesto; es un cuestionamiento más subjetivo, que responde más a lo personal.
El arte sirve también para imaginar futuros pero desde un lugar menos especulativo, más enfocado en recontextualizar el presente para luego poder imaginar cosas nuevas. En esta nueva exhibición por ejemplo, parte de lo que buscaba era recontextualizar este lenguaje industrial, y este material, el metal, que históricamente ha provocado cambios tan radicales en la forma en la que nos organizamos como sociedad. Las máquinas que utilizo, que básicamente sirven para hacer más máquinas, son herramientas que permiten de alguna manera que se sostenga el sistema de producción en masa que busco criticar. Es interesante entonces, reconociendo la agencia que tienen estos objetos, sacarlos de su contexto habitual y convertirlos en puntos de partida para cuestionar y hacer visibles las cosas que sentimos inevitables… Creo que darle visibilidad a estos sistemas es el primer paso para empezar a imaginarnos cómo podrían ser diferentes.
Además de llamar nuestra atención al presente y a estos sistemas que persisten en él, siento que este trabajo y en especial el proceso detrás también se remiten un montón al pasado. Hablas de tu linaje y de la historia de tu familia habiendo trabajado en esta industria por varias generaciones, lo que hace que sienta como una suerte de investigación arqueológica.
Sí, mucho de lo que estaba haciendo era replantearme mi propia historia. Entender esto de la industria como una herencia cultural, fue algo que conversamos un montón con Rafa Armendáriz. Ella es sobrina nieta de la primera mujer arqueóloga del Ecuador, y tenía unos restos arqueológicos de la cultura Chorrera, que geográficamente corresponde al territorio en el que habitamos. Estábamos queriendo investigar un poco cómo se presenta el concepto de los linajes en el arte, que es algo que en la contemporaneidad se aborda muchas veces desde el diálogo decolonial. Y aunque ese sea un enfoque que se nos hace súper interesante y extremadamente necesario, también es una narrativa a la que muchas veces nos sentimos ajenos por la forma en la que fuimos criados. Que más que remitirse a saberes ancestrales hablaba sobre migración y convergencia de culturas.
Yo crecí escuchando las historias sobre mi abuelo, que trabajó por muchos años en metalurgia para la industria europea hasta que eventualmente se convirtió en el negocio familiar que luego pasó a las manos de mi padre. Lo que hicimos con Rafaela fue juntar elementos de nuestros respectivos linajes, por un lado el metal y la estética industrial y por otro estos restos arqueológicos, para diseñar esta urna o vasija que pueda existir en algún lugar fuera de estos contextos, convertida más bien en un objeto para cuidar.
Este proceso de ver hacia atrás en tu propia historia, me imagino que es algo que también te lleva a aprender un montón sobre ti mismo. ¿Sientes que estos aprendizajes hacen que el trabajo sea un poco más autobiográfico que lo que habías hecho anteriormente?
Si, pero creo que esos aprendizajes son más bien parte de un proceso personal. La intención no es hablar de mí precisamente. Creo que la obra está ahí para que cada quien se lleve su propia lectura y la entienda desde su subjetividad. Algo que me gustó mucho ver en el opening de la exhibición fue la diferencia en cómo la gente recibía la obra. Fueron varios artistas y personas del medio y con ellos la conversación era una, pero también fueron algunas personas que se dedicaban al trabajo en metal— soldadores, personas muy del trade. Y me encantó porque la conversación con ellos fue totalmente distinta. Me hacían muchas preguntas técnicas porque tenían este conocimiento del material y cómo manipularlo. Me di cuenta de que para ellos la experiencia era diferente; ver estas máquinas que usan a diario en una galería era un poco como cuestionarse su propia labor y cotidianidad.
Trabajas un montón entre estas distinciones que existen dentro del mundo del arte— la distinción entre arte y diseño, entre arte y craft, que es algo de lo que creo que muchos se alejaron en la generación conceptual y veo que varios artistas jóvenes están intentando reclamar, sobre todo desde esta historicidad de las labores, esta re-significación no solo personal sino colectiva.
Sí, es interesante esa reconciliación entre el arte, el craft y lo conceptual. Yo diría que a pesar de que la obra es altamente conceptual también tiene este elemento de fabricación que es súper técnico y creo que la obra sí lo evidencia, sobre todo en algunas piezas como las que están hechas de monedas. Esta obra que está en el retrovisor, que tiene como esta trenza metálica… esa trenza en realidad son varios centavos deshilachados. Uno por uno fui poniendo los centavos en el torno y los empecé a pelar para crear este hilo que luego se estira y se trenza como si fuera una fibra textil que sostiene la moneda. Es bacán que, mientras más te acercas, más empiezas a encontrar estas pequeñas cosas que son mucho más evidentes para una persona que trabaja en el mundo de la artesanía o que trabaja en metal que para las audiencias que responden más al mundo del arte.
Y hay una satisfacción en eso, ¿no? Poder compartir ese lenguaje técnico, secreto, este conocimiento de nicho con personas que históricamente se vieron excluidas del mundo “artístico”. Como un un re-acoger y re-acogerse en el mundo del craft.
Sí, es extremadamente gratificante poder hablarle a ambos mundos. Mi papá por ejemplo ha estado muy involucrado en el proceso porque le encanta verme trabajar en metal. Es algo que él ha hecho toda su vida y creo que fue bonito para él sentir que finalmente había encontrado una forma de acercarme. Yo siempre había estado en el mundo del diseño y la pedagogía y jamás me había interesado meterme en un taller hasta que decidí hacerlo all the way. Y aunque mi papá quizás no entiende mucho la parte conceptual detrás de todas las cosas, disfruta la obra porque puede verla muy materialmente; y eso va mucho con lo que te comentaba anteriormente que es romper con las cosas establecidas, la normatividad. Porque igual dentro del arte contemporáneo hay un lenguaje muy rígido… ciertas nociones de cómo tiene que verse, de qué habla, etc. Y esta obra es interesante porque lo hace y no, y a la vez logra hacer esta convergencia con otros mundos como el del craft.
Regresando al tema de tus antecedentes y las “etiquetas” que usamos para definir nuestro trabajo creativo. ¿Sientes que este proyecto ha redefinido tu entendimiento de lo que haces? ¿Crees que fue este el paso para empezar a definirte como artista?
Sí. Creo que es la primera vez que digo “hice arte”. Incluso si mis obras anteriores, esto de los líquenes por ejemplo, ya tenían este componente muy de arte conceptual, muy poco pragmático o fabricable, que es realmente lo que se busca en el diseño, yo igual lo hubiera considerado como diseño, porque ese era un poco el lenguaje en el que estaba operando. Porque por último si no es diseño en sí, sí está contextualizado en discursos que giran en torno a esa disciplina más que al arte.
Ahora sí soy “artista”, ya está en mi CV. Era algo que me había dado como recelo, sentía que no había hecho algo como para demostrarlo.
Es interesante eso porque parece que siempre cuesta definirse como artista. Es un título súper pesado; pensamos que tenemos que haber demostrado algo para merecerlo pero nadie sabe realmente qué. Y también es algo que creo que juzgamos mucho más en nosotros mismos que en otros. Cuando escuchamos a otras personas definirse como artistas es raro que lo cuestionemos, incluso cuando tal vez no nos sentimos identificados con su trabajo. Pero cuando se trata de nosotros es algo que estamos cuestionando internamente todo el tiempo.
Sí, totalmente. Y odio eso. Yo soy super lighthearted cuando se trata de considerar a otros como artistas, incluso cuando ellos mismos no se llamarían así. Pero cuando se trata de mí soy mucho más duro… para mí decir que soy artista es como wow. También creo que para muchas personas el título de artista es algo que puede ser muy espiritual.
En realidad creo que el momento en el que me “gradué” por así decirlo como artista fue un poco después de la exhibición. Después de que montamos el show y por cuestiones muy personales pasé por unos meses en los que estuve sumamente deprimido. Había empezado a ir a esta terapia que tenía un approach más cercano a la espiritualidad y una de las primeras preguntas que me hicieron fue sobre mi relación con Dios. Al principio no supe qué responder… estaba tratando de entender a qué se refería, y me dijo “por si acaso no estoy hablando de algún Dios en específico.” Luego me dijo, “tú crees que Dios es una cosa que existe separada de ti o no?” Y yo siempre he pensado que no… yo sí creo que Dios o esa fuerza universal existe en todo y en todos. Y al final este acto creativo de transformar la materia y comprender que tienes esta agencia dentro del universo, de escoger en plena conciencia tomar algo para convertirlo en algo distinto, es algo que se me hacía también muy conectado a mi forma de percibir a Dios. Me pareció increíble porque tal vez no me lo había planteado antes, y ese fue el momento en el que dije claro eso es arte, eso es lo que hago. Ser artista es eso: transformar la materia de forma consciente para mover el universo hacia una realidad deseada.
An Angle Grinder Grinds in the Background estará visible en la galería de Coco Hunday hasta el 2 de Diciembre del 2023, y el catálogo de obras completas está disponible en su página web.
Para ver más del trabajo de Alf, pueden visitar su instagram personal o la página de MOLTN, su proyecto de diseño.