Poseer un telescopio sin su otra mitad esencial, el microscopio, es un símbolo de la más negra incomprensión. La tarea del ojo derecho es ver en el telescopio mientras el ojo izquierdo se asoma al microscopio.
Creo que nunca he leído una biografía, por lo tanto sería difícil explicar qué es lo que no me gusta de ellas. Lo dejaré en que no me atraen lo suficiente. Lo que sí me atrae y busco, son las novelas biográficas, esas miradas un poco más íntimas y ficcionadas de las vidas de personajes históricos. Leonora es eso y quizás lo es demasiado.
En esta novela biográfica sobre la vida de la afamada pintora surrealista, Leonora Carrington, la autora construye una voz narrativa que aunque no es la de Leonora, tampoco se detiene a dar explicaciones, ni apostillas acerca de los fragmentos de vida que retrata. En esta historia, el tiempo y los personajes que fueron parte de la vida de Leonora van apareciendo y cambiando de una manera que tal vez es muy fiel a lo cómo lo pudo haber experimentado ella. El resultado es una especie de folioscopio de la vida de Leonora Carrington, algo que a mi, se me hizo lo más interesante del libro. Sin embargo, justo como ocurre con un folioscopio, esa rapidez con la que las imágenes se van sucediendo impide que se pueda apreciar a profundidad la complejidad de las escenas, ideas y personajes que se exponen en cada página. Al final, siento que al mismo tiempo conocí tanto y tan poco de Leonora.